García Lorca, on religion in NY

14 julio 1929

…He asistido también a oficios religiosos de diferentes religiones. Y he salido dando vivas al portentoso, bellísimo, sin igual catolicismo español.

No digamos nada de los cultos protestantes. No me cabe en la cabeza (en mi cabeza latina) cómo hay gente que puedan ser protestantes. Es lo más ridículo y lo más odioso del mundo.

Figuraos vosotros una iglesia que en lugar de altar mayor haya un órgano y delante de él a un señor de levita (el pastor) que habla. Luego todos cantan, y a la calle. Está suprimido todo lo que es humano y consolador y bello, en una palabra. Aun el catolicismo de aquí es distinto. Está minado por el protestantismo y tiene esa misma frialdad. Esta mañana fui a ver a una misa católica dicha por un inglés. Y ahora veo lo prodigioso que es cualquier cura andaluz diciéndola. Hay un instinto innato de belleza en el pueblo español y una alta idea de la presencia de Dios en el templo. Ahora entiendo el espectáculo fervoroso, único en el mundo, que es una misa en España. La lentitud, la grandeza, el adorno del altar, la cordialidad en la adoración del Sacramento, el culto a la virgen, son en España de una absoluta personalidad y de una enorme poesía y belleza.

Ahora comprendo también aquí frente a las iglesias protestantes el porqué racial de la gran lucha de España contra el protestantismo y de la españolísima actitud del gran rey injustamente tratado en la historia, Felipe II.

Lo que el catolicismo de los Estados Unidos no tiene es solemnidad, es decir, calor humano. La solemnidad en lo religioso es cordialidad, porque es una prueba viva, prueba para los sentidos, de la inmediata presencia de Dios. Es como decir: Dios está con nosotros, démosle culto y adoraci´øn. Pero es una gran equivocación suprimir el ceremonial. Es la gran cosa de España. Son las formas exquisitas, la hidalguía con Dios.

Sin embargo, yo, he observado al público católico esta mañana, y he visto una devoción extraordinaria, sobre todo en los hombres, cosa rara en España. Han comulgado muchas gentes y era un público serio, sin pamplinas y con una disciplina extraordinaria.

He visto la primera comunión de unos niños japoneses con unas caritas amarillas, vestidos de blanco, de lo más delicado y frágil que se puede soñar.

El problema religioso es importante de ver y estudiar en los Estados Unidos.

También he estado en una sinagoga judía, de los judíos españoles.

Cantaron cosas hermosísimas y había un cantante que era un prodigio de voz y de emoción. Pero también comprendo que en Granada somos casi todos judíos. Era una cosa estupenda ver cómo parecían todos granadinos. Había más de veinte, entre Don Manuel López Sáez y Miguel Carmona. El rabino se llama [David de] Sola [Pool], con la misma coloración pálida de [¿Manuel?] Sola Segura, su probable pariente. En fin, que yo me moría de risa. Hicieron una ceremonia muy bonita, muy solemne, pero que a mí me resultó vacía de sentido. Me parece demasiado fuerte la figura de Cristo para negarla.

Lo que sí era extraordinario, era el canto. El canto era terrible, patético, desconsolado. Era una queja continua, de belleza impresionante.

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